La diferencia de sabor entre los diferentes tipos de mieles sin duda contribuyó a popularizar este maridaje.
El queso es un alimento prácticamente sin azúcar, los azúcares a base de miel son un complemento alimenticio natural que equilibra los sabores.
El punto de partida para una combinación de miel y queso es simple: el contraste de sabores realza las diferentes características.
Un queso curado o ligeramente picante va mejor con una miel de sabor delicado, mientras que un queso fresco o de sabor suave se vuelve un poco más apetecible cuando se acompaña de una miel de sabor fuerte.
Pero el gusto es una elección individual y, a menudo, un descubrimiento personal: lo que te gusta es bueno.
Para que la miel mantenga intactas sus propiedades naturales, debe ser producida a partir de colmenas ubicadas en áreas donde la flora no ha sufrido tratamientos químicos y la tasa de contaminación es mínima.
Una buena miel no debe pasteurizarse porque este tratamiento modifica su alto contenido en vitaminas y enzimas.
Sólo a partir de estas premisas podemos hablar de un producto auténtico, de una «miel virgen».